Los juicios rápidos son aquellos que se llevan a cabo por delitos con penas que no excedan los 5 años de prisión. Conducir con una tasa de alcoholemia superior a 0,60 mg/l en aire espirado o 1,2 g/l en sangre comprende una infracción penal, pero su pena de prisión máxima es de 6 meses, por lo que entran en esta categoría los llamados juicio rápido por alcoholemia.  Estos tienen su origen en un expediente de multa o un atestado policial, también conocido como informe, en donde se dan parte de los hechos que el funcionario presenció. Estos documentos son introducidos en el juzgado y se procesan como juicio rápido por alcoholemia.

El proceso convencional

Al exceder los 0,60 mg/l de alcohol se comete un delito contra la seguridad vial, por lo que los oficiales introducirán su reporte en el juzgado y este procederá a citar al imputado y a los testigos si los hubiera, especialmente en escenarios donde se presentó daño a la propiedad como consecuencia de manejo imprudente. Igualmente el juez, por lo general, solicitará los antecedentes penales del acusado, así como las tasaciones de los daños y cualquier otra prueba que se considere pertinente al caso. Una vez estén todas las pruebas reunidas el Ministerio Fiscal le comunica al abogado defensor qué pena pedirá. Generalmente los juicios rápidos por alcoholemia terminan con una sentencia de conformidad, es decir, el acusado acepta la condena, motivo por el cual se le reduce a un tercio.
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De no darse la conformidad

Si el acusado no está de acuerdo con la pena el abogado defensor buscará el incumplimiento de algún requisito legal para lograr la absolución .De no haberlo se procederá a un juicio oral. Este se lleva a cabo en un juzgado penal en lugar de un juzgado de instrucción, como es en el caso del juicio rápido por alcoholemia. En un juicio oral se interrogarán a todos los testigos, peritos y expertos, tanto la fiscalía como el abogado defensor expondrán sus argumentos y conclusiones, para luego esperar la sentencia al día siguiente o en un plazo máximo de 3 meses.