Los traumatismos cerebrales y craneales pueden provocar una serie de problemas neuropsicológicos. Dependiendo de la parte del cerebro afectada y de la gravedad de la lesión, el resultado en cualquier individuo puede variar enormemente. Son frecuentes los cambios de personalidad, los déficits de memoria y de juicio, la falta de control de los impulsos y la falta de concentración.
Estos cambios de comportamiento pueden ser estresantes para las familias y los cuidadores, que a menudo tienen que volver a aprender sus técnicas de comunicación y también sus expectativas sobre lo que la persona afectada puede o no puede hacer.
Un experto de Elea nos menciona que la lesión cerebral traumática deteriora la capacidad de pensar, hacer y conocer, por lo que no es de extrañar que la memoria, el estado de ánimo y la atención sean las tres principales quejas de los pacientes con lesión cerebral. Puede haber embotamiento intelectual y rigidez mental, que también son signos comunes. Los rápidos cambios de humor también pueden ir acompañados de altibajos en los niveles de energía.
Es importante que la familia evite comparar a la persona afectada con la forma en que era antes de la lesión. Los cambios de personalidad suelen ser una exageración de la personalidad de la persona antes de la lesión en la que los rasgos de personalidad se intensifican.
La amnesia postraumática (APT) es un estado de confusión que se produce inmediatamente después de una lesión cerebral traumática, en el que la persona lesionada está desorientada y es incapaz de recordar los acontecimientos que ocurren después de la lesión. La persona puede ser incapaz de decir su nombre, dónde está y qué hora es.
La definición de PTA es: La incapacidad de recordar acontecimientos continuos, tras un golpe en la cabeza que provoca una alteración de la conciencia, incluso cuando la persona está aparentemente despierta».
La persona lesionada despierta, aunque parezca estar despierta, se comporta o habla de forma poco habitual. La persona no tiene memoria continua de los acontecimientos del día a día, y los acontecimientos recientes pueden estar igualmente afectados. Puede ser incapaz de recordar lo que ha ocurrido hace unas horas, o incluso hace unos minutos. La ATP puede ocurrir a veces sin que la persona haya estado inconsciente previamente.
Hay dos tipos de amnesia: la amnesia retrógrada (pérdida de los recuerdos que se formaron poco antes de la lesión) y la amnesia anterógrada (problemas para crear nuevos recuerdos después de la lesión).
El síntoma más obvio es la pérdida de memoria para el tiempo presente. La persona puede estar confusa, ansiosa, angustiada o agitada. Es posible que se comporte de una forma totalmente inusual, mostrando signos de violencia o agresividad. También pueden desinhibirse sexualmente o creer que son un niño o una persona mucho más joven. Pueden correr el riesgo de sufrir más accidentes al deambular o intentar salir de la cama, incluso si tienen una infusión intravenosa in situ.